Por: Ilka Oliva Corado
Fuente: cronicasdeunainquilina.com
Mucha agua ha corrido desde el día del incendio en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, (8 de marzo) con ello también una desinformación abrumante, medios que buscan captar la atención de los lectores con los titulares más escalofriantes y notas con tintes amarillistas que menosprecian la vida y la dignidad de las víctimas y sus familias. Ni hablar de ética y humanismo. “Estaban ahí por delinquir” mencionan unos, otro subraya que: “ aquello era un retrato de familias disfuncionales, ” refiriéndose a los padres de familia que al enterarse del incendio llegaron como pudieron al refugio. Artículos, reportajes y relatos detallados desde el punto de vista clasista, del que más tiene, del acomodado.
El Hogar Seguro no es un centro correccional de menores, es un refugio del Gobierno de Guatemala, que supuestamente brinda protección a niños, niñas y adolescentes que han sufrido violencia física, emocional y sexual. Situación de abandono y orfandad que los coloca en constante riesgo social.
Está ubicado en San José Pinula a las afueras de la capital guatemalteca. Muchos de los niños que han sido víctimas de explotación sexual, laboral y de adopciones irregulares van a dar ahí: un centro de tortura autorizado por el Estado.
Desde el 2013 se han presentado denuncias ante la fiscalía y Procuraduría de Derechos Humanos, por abusos sexuales que viven las niñas por cliclas criminales conformadas por los mismos empleados y autoridades del Hogar Seguro; donde eran víctimas de trata para explotación sexual. Sin embargo las denuncias no vieron la luz del día en los medios de comunicación, porque eran parias, solo parias,
¿quién se interesaría por la vida de las parias si Guatemala pide la pena de muerte para ellas?,
porque las quiere exterminar tal como sucedió con los Pueblos Indígenas y el Genocidio. Eso explica en gran manera las consecuencias de esta tragedia que se pudo evitar.
De los primeros artículos que reactivaron las denuncias uno fue del día lunes 24 de octubre de 2016, de la periodista Carolina Vásquez Araya, titulado: “Las niñas vestían pantalón de lona y sudadero gris”, ahí la columnista comenta lo siguiente:
“Si se echa una mirada a las dependencias estatales y a sus reducidas capacidades de gestión, se comprende mejor por qué los niños y niñas de este Hogar Seguro duermen hacinados en el suelo, se alimentan a medias y algunos escapan de esa situación degradante. Pero eso no explica la repentina desaparición de 31 niñas entre el 28 y 29 de septiembre, sumadas a las 99 registradas hasta ese momento.”
Ella hace referencia a un artículo presentado por diario La Hora, portal que ha seguido de cerca las denuncias de las niñas desde el año 2013.
Durante el transcurso de la semana algunos medios informaron de la desaparición de 31 niñas, hasta el momento no se sabía si habían huido o habían sido secuestradas. En los días posteriores se supo que habían huido, las hicieron retornar al Hogar Seguro.
Salió a la luz pública que sufrían abusos sexuales y todo tipo de vejaciones que cualquiera pueda imaginar y por eso habían huido, sin embargo no pasó a más, ni las autoridades como la Secretaría de Bienestar Social ni la sociedad optaron por hacer algo por estas niñas. La sociedad las denigró de nuevo, re victimizándolas por su origen y su estatus social. Las autoridades hicieron caso omiso, eran parias…
Pasaron los meses y la situación en el refugio siguió igual, la noche anterior al incendio 60 niños trataron de escapar por los barrancos y bosques cercanos, pero solo 19 lo lograron, el resto fue devuelto por la policía al refugio y los encerraron bajo llave. Las niñas por la mañana del 8 de marzo encendieron fuego a colchonetas buscando llamar la atención de las autoridades, pero estas y los trabajadores del lugar hicieron caso omiso, nunca abrieron las puertas. El fuego en cuestión de minutos devoró a las niñas que estaban adentro. En el lugar murieron 19 y resultaron más de 30 con quemaduras graves, en el transcurso de los días han muerto 18 más en los hospitales públicos. En las investigaciones posteriores se supo que personal del refugio le puso candado a las puertas y ventanas por fuera, ¿por qué hicieron esto si adentro estaban hacinadas 56 adolescentes que se estaban quemando?
Entre las sobrevivientes hay 9 niñas embarazadas, no llegaron embarazadas al Hogar Seguro, ¿quién o quiénes las abusaron ahí dentro? ¿Hay niñas embarazadas entre las fallecidas?
¿Por qué si ya existían denuncias de abuso sexual, físico y emocional no se inició una investigación exhaustiva y se clausuró el lugar? ¿Por qué la sociedad no reaccionó ante tales atrocidades?
Es un crimen de Estado, es un crimen de la sociedad guatemalteca que solapa la inoperancia de un gobierno y de un sistema colapsado y corrupto. Y quedarán impunes los culpables porque Guatemala es así: sociedad mediocre, clasista, racista y sin agallas.
En las declaraciones del gobierno de Guatemala y textos publicados por medios de comunicación que carecen de ética y humanidad, se señala y se hace énfasis en que estos niños eran delincuentes, “estaban ahí por delincuentes” otros porque “sus papás los pusieron ahí por rebeldes”. Tratando por todos los medios de desacreditar a las niñas y sus familias y restar importancia a la tragedia.
¿Y si eran delincuentes entonces merecían morir así, en un crimen de Estado?
Porque es eso lo que quieren dar a entender.
¿Quién los hizo delincuentes?
La responsabilidad absoluta es la de un Estado fallido, podrido y corrupto. La de un sistema impune y abusador.
El gobierno ha hecho oficial la versión de que las niñas se amotinaron (ojo con esta palabra, es delicada en un caso tan serio como este) porque no les gustaba la comida que les daban, y no acepta que en el lugar se abusaba física, emocional y sexualmente a las menores. Cosa que no asombra viniendo de un gobierno como el de Guatemala.
Una postura irresponsable por parte de las autoridades y de total ineptitud e indolencia por parte de Jimmy Morales, quien debería ser retirado de su cargo inmediatamente.